viernes, octubre 10, 2008

Yo

Cuando sonrío, mis ojos se esconden
(para no ver la desgracia del otro).
-Vivir es cerrar los ojos-.

miércoles, septiembre 10, 2008

de nieve

venimos de la nieve
todos
nieve del adúltero
de él

de su vaivén entretejido
de sus noches que no son
de sus desvelos en ella

ella, la madre de todos

de aquellos

de nadie

jueves, julio 03, 2008

Negligencia médica (III)

El Ginecólogo Rubén Ortíz Rebeles (que en la página del Consejo Mexicano de Ginecología y Obstetricia no aparece como Especialista Certificado) fue quien me practicó la cesárea el 25 de septiembre de 2006. Yo tenía 34 semanas de embarazo y al parecer mi bebé quería nacer ya, pero era demasiado pronto, era un bebé que no tenía los pulmones maduros. El doctor dijo, después de una revisión en su consultorio particular, que me fuera inmediatamente al Hospital San Agustín, que tenía dilatación y mi bebé debía nacer ya, pero que sería por cesárea, pues la bebé estaba sentada y con el cordón enredado (hace unos días, consultando a varios médicos, me he dado cuenta que esto les sucede a casi todos los bebés y aún así nacen por parto natural, pues hay oportunidad de que se acomoden). Nos dijo que en este hospital estaban bien equipados (primera mentira) por si mi bebé tenía algún problema, pero que él esperaba que todo saliera bien, pues era una bebé de aproximadamente 2,900 kilogramos (segunda mentira) y ya estaba madura de sus pulmones (tercera mentira). Nos fuimos al hospital, planeando que mi esposo entrara al parto (principal razón por la que iríamos a un hospital particular), de esto ya se había hablado con el médico y nos había dicho que sí, que sí entraría. Cuando me pasaron al quirófano, me anestesiaron, pero yo esperaba que pasara mi esposo, así que probablemente por esperarlo, no permitía que hiciera efecto la anestesia en mi cuerpo. Algo me inyectaron una vez más y me quedé completamente dormida. Al despertar me acercaron a mi bebé y se la llevaron corriendo por un pasillo, me dijeron que necesitaba oxígeno pero que estaba bien. Yo, así drogadísima, no entendía nada. Me llevaron al cuarto y Dante (mi esposo) trató de explicarme lo que pasaba, pero no entendía, yo nada más quería ver a mi bebé, que la tenían sedada, en su mini unidad de cuidados intensivos neonatales.

miércoles, julio 02, 2008

Negligencia médica (II)

Al nacimiento de un bebé, los médicos deben de realizar una serie de pruebas o exámenes médicos:

TAMIZ: "Como parte de un programa nacional de salud, todas las instituciones hospitalarias que atiendan partos y recién nacidos deben efectuar el examen de tamiz neonatal entre las 48 horas y preferiblemente antes de la segunda semana de vida, mediante la determinación de tirotropina (TSH) en sangre extraída por punción del talón o directamente de la vena del brazo del bebé, la cual es recolectada en un papel filtro especial. La muestra también podrá ser obtenida del cordón umbilical en el transcurso de la primera media hora de vida". (Fuente: www.bbmundo.com.mx)

Este examen es vital para que el bebé reciba el tratamiento que le puede salvar la vida; si se diagnostica un trastorno en pruebas de control, se puede iniciar un tratamiento apropiado de inmediato, antes de que los síntomas aparezcan.

APGAR: Este es un examen rápido que se realiza al primero y quinto minuto después del nacimiento del bebé. El puntaje en el minuto 1 determina qué tan bien tolera el bebé el proceso de nacimiento, mientras que el puntaje al minuto 5 evalúa qué tan bien se está adaptando el recién nacido al nuevo ambiente.
El índice se basa en un puntaje total de 1 a 10, en donde 10 corresponde al niño más saludable. Los puntajes inferiores a 5 indican que el bebé necesita asistencia médica de inmediato para adaptarse a su nuevo ambiente.

A mi bebé, que ahora tiene un año nueve meses, no le practicaron ninguno de los dos exámenes anteriores y desconozco la razón por la que no se los hicieron.

sábado, junio 28, 2008

Negligencia médica (I)

(Así, con todas esas faltas que siguen a continuación, está hecha la hoja de traslado de mi primer bebé, que sufrió para salir viva del hospital)



Hospital San Agustín HOJA DE NOTACIONES MEDICAS E INDICACIONES

RFC HSA990922-T43 Blvd. García Salinas No. 19 Guadalupe, Zac.





Fecha y Hora NOTA TRASLADO GOMEZ DE AVILA

28 09 06 Neonato Prtérmino femenino de 36 semanas, f nacimiento 25 09 06 16:20 hrs; Madre de 22 años con controlprenatal normal, sin APP importante; emb de 36 semanas en G I presentación pélvica con inicio de Tparto, se decidió Cesárea con Bloqueo peridural fallido, requirieno aplicación de anestésicos complementarios Propofol y midazolam, puv femenino con depresión neonatal requiriendo Intubación ET y colocación de vía venosa umbilical, con recuperación de movimientos y explusión de la sonda et a los 20/25 mins, manteniéndose buena satoración, solo del 2ndo al 3er día la FR se incrementó a más de 100 x min, aunque con saturaciones adecuada, pero se pesnó en colocar VMI, sin embarto no fue preciso y la dificultad y esfuerozo respiratorio han ido disminuyendo progresivamente y manteniendo NCPAP a 5CMH20 y 5 lts x min , se ha mantenido en ayuno y se inició NUtrición preparenteral, ranisen y midazolam en su momento, noha requerido de antibioticos y si de fototerapia por ci ras de bilis, las últimas totales de 12; los exámenes no mostraron datos de Hipoxia importantey se ha catalogado al neonato como PT con depresiónneonatal por sedantes y con TTRN- peso 2,200 gms; talla 45 cm.
pc 30ph 28.5 pa 27

Dr. Sergio Ayala D.
Dr. Carlos Avalos V


jueves, mayo 08, 2008

Miguel Hernández respira corazones por la herida

I
Una brillante generación de poetas, conocida como la Generación del 27, floreció a finales de los años veinte y durante toda la década de los treinta. La influencia de esta formación generacional se reflejó en poetas como César Vallejo, Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Octavio Paz, entre otros. Al grupo al que en ocasiones se hace referencia como Generación del 36 pertenecen Germán Bleiberg, Carmen Conde, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Panero, Luis Rosales, Dionisio Ridruejo y, así también, Miguel Hernández, quien fue elogiado de forma unánime tras la publicación de El rayo que no cesa (1936). La generación del 36 se caracteriza por la expresión de su fe religiosa y por su intimismo. Fueron poetas disconformes con la situación política y social creada tras la Guerra Civil española pero, que en vez de enfrentarse con el régimen establecido, optaron por una poesía personal y sincera sobre la naturaleza, la fe religiosa y otros temas íntimos.
La guerra civil española (1936-1939) y los turbulentos años que la precedieron influyeron profundamente en la trayectoria de los escritores. La mayoría de éstos, por no decir todos, tomaron partido por alguno de los bandos que se hallaban ya prácticamente en lucha fratricida desde 1931, y ello se reflejó en casi toda la producción literaria de la época, muy rica en todos les géneros. Por lo demás, y una vez terminada la contienda, la mayoría de estos autores continuaron su labor creadora, si bien muchos tuvieron que hacerlo en el exilio.
II
Miguel Hernández nació el día 30 de octubre de 1910. Su padre se dedicaba a la cría y comercio de ganado, por lo que el nacimiento del nuevo hijo le llenó de satisfacción al pensar que sería de gran ayuda en la continuación del negocio familiar. A Miguel Hernández le llamaban el pastor poeta porque de pequeño se dedicaba a cuidar el ganado que tenía su padre. Al cumplir los catorce años, su padre lo sacó del colegio para que le ayudara en el pastoreo de las cabras. Esta brusca paralización de sus estudios supuso un fuerte trauma, que vio así truncada su aspiración de adquirir una sólida formación. Pero la decisión paterna no impidió que Miguel siguiera cultivando su inquietud cultural y, sobre todo, literaria. En su bolsa de pastor no olvidaba poner cada mañana algunos libros de poesía: Gabriel Miró, Vicente Medina, Garcilaso, Ruben Darío, etc.; serían sus poetas preferidos. Poco a poco fue familiarizándose con el estilo de aquellos poetas, así empezó a hacer sus pinitos poéticos.
III
La obra literaria de Miguel Hernández comprende la poesía, el teatro y la prosa. Pero donde más destacó y es más conocido, es por su producción poética. Aunque vivió poco tiempo, escribió cinco libros de poesía, además de numerosos poemas sueltos. Asimismo publicó cuatro obras de teatro y diversos escritos en prosa.
Uno de los libros más conocidos y famosos de este poeta es El rayo que no cesa. Este libro, publicado en el año 1936, consta de 29 sonetos, una de las formas poéticas más difíciles de escribir.
El libro está dedicado a la que luego sería su mujer, Josefina Manresa, y el título le viene del principio de un soneto que empieza así
¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
Y, efectivamente, el rayo del amor no cesa en el corazón de Miguel. Amor y dolor son las dos grandes pasiones que cruzan todo este libro y que ya marcarán inexorablemente su vida.
Además, la figura del toro aparece repetidas veces en este libro con una fuerte carga autobiográfica. Miguel se siente identificado con este noble animal que “respira corazones por la herida”:
Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por un hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.
y no da un paso atrás si no es para escarbar sangre y furia en la arena. Miguel, al igual que el toro, se considera carne de yugo destinado para el quebranto. Por ello, y de forma premonitoria, la muerte aparece descarnada, trágica en este libro de su juventud.
El toro es a menudo trasunto de él, y representa el impulso genital por excelencia. Los problemas sobreviven al encontrarnos con este animal, destinado a la corrida o con el castrado. Ese animal trágico es, desde luego, el que predomina, pero no es el único hernandino. Por eso, cuando se habla de él como continua presencia en su obra, conviene precisar que se trata, en efecto, de un tema muy importante en su poesía, pero que al mismo nivel hay otros que lo son tanto o más (el limón, el mar, la palmera, el pájaro, etc.). Y su simbolismo no siempre es trágico, al igual que el amor no siempre conduce a la pena. El soneto de El rayo que no cesa refleja un sentimiento desarraigado de lo natural, que conduce, por tanto a la muerte.
En sus sonetos y, sobre todo en las composiciones más libres se observa con claridad el Miguel Hernández de la poesía impura y de un erotismo mucho más coherente con lo que ya empieza a ser su cosmovisión definitiva. El rayo que no cesa es el resultado de la crisis de Miguel, y que sin esa clave no es posible entender su verdadero alcance.
Ya puedes, amorosa fiera hambrienta,
pastar mi corazón, trágica grama
si te gusta lo amargo del asunto.
Ante todo, el amor. El descubrimiento del amor constituyó, para Miguel, una auténtica aventura poética. En El rayo que no cesa se va a encontrar con temática abundante y falta de material expresivo en que volcar ese cúmulo incesante de sentimientos. La muerte también hace presencia en este libro, y que además es una constante en toda su obra, y en toda su vida, como lo muestra varios de sus poemas sueltos:
Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,al fuego arrebatadas de tus ojos solares:precipitado octubre contra nuestras ventanas,diste paso al otoño y anocheció los mares.
Esta estrofa, fragmento de un poema escrito a su primogénito, enmarca el luto que Miguel Hernández lleva siempre consigo; desde la muerte del niño, para él ya no existen mañanas iluminadas, sino mares oscuros y sombríos.
IV
Miguel Hernández, descubrió a los autores del Siglo de Oro. Influido por éstos, desechando las modernas tendencias propias de la llamada generación del 27, cultivó la métrica renacentista y barroca. Su lirismo, su independencia con respecto a las servidumbres de la moda literaria, y la sencillez y pureza de su obra, le han convertido en uno de los grandes modelos de numerosos poetas posteriores.
Hay toda una generación sobre la que pesó decisivamente la guerra civil y sus consecuencias: clamorosas adscripciones políticas, la cárcel (donde murió Miguel Hernández).
La importancia de la obra de Miguel Hernández influyó notablemente en las generaciones posteriores y ha sido y es muy admirado por muchos escritores anteriores y posteriores a él.

sábado, febrero 16, 2008

Artaud, dios y el Jícuri

“El sol es un principio de muerte
y no un principio de vida”.
A. Artaud

Cuando Artaud llegó a México (el 7 de febrero de 1936) pronunció, en la Escuela Nacional Preparatoria, tres conferencias en las que planteaba una tesis, que retomaría en escritos posteriores: Lo que vine a hacer a México.

Pero ¿a qué vino en realidad a México? Afirma, en el texto “México eterno”[1], querer llevar enseñanzas a Europa pues, dice, el espíritu latino es la supremacía de la razón y, en contraposición, nos esboza una Europa maquinizada, estéril, con un concepto plastificado de la palabra “cultura”; en un escrito anterior al ya mencionado, que se titula “Bases universales de la cultura”[2] afirma que, en el continente viejo, la cultura es un lujo que se adquiere como instrucción. Pero se puede ser instruido sin ser realmente cultivado. Nos ofrece un concepto naturista de la palabra “cultura”; la tierra, el humus profundo del hombre, ha sido roturado.

Artaud buscaba, pues, el concepto real de “cultura”, pero ¿dónde iba a buscarlo? Es decir, ¿en qué México, de tantos “Méxicos” que los pobladores aseguraban (y aseguran) que hay? Él, a su llegada a México, distinguió casi de inmediato dos corrientes:
[…] una que aspira a asimilar la cultura y civilización de Europa, imprimiéndoles una forma mexicana, y otra que[…] permanece obstinadamente rebelde a todo progreso[…]. Será en ella que encontraré la supervivencias de la medicina empírica de los mayas y los toltecas; la verdadera poética mexicana que no consiste sólo en escribir poemas, sino que afirma las relaciones del ritmo poético con el aliento del hombre.[3]

Ahora bien, retomando su notoria aversión por la civilización europea, sentía, además, un desprecio por los norteamericanos y su cultura, como lo expone en su libro –póstumo- de poesía “Para terminar con el juicio de dios”[4], donde al mismo tiempo nos expone su preferencia y admiración por la cultura Tarahumara:
[…] Eso está muy bien,
Pero yo ignoraba que los americanos fueran un pueblo tan
belicoso.
[…] prefiero al pueblo que come a la misma altura de la tierra
el delirio que lo hizo nacer,
me refiero a los Tarahumaras que comen el peyote mientras
está naciendo sobre la tierra[…]

Con lo anterior expuesto, Artaud nos revela su intención primordial: conocer a los Tarahumaras, consumidores habituales de peyote: Buscaré […] la supervivencia de una antigua medicina de las plantas, relacionada con lo que se llama en Europa la medicina ‘espagírica’. Entendemos, entonces, que Artaud buscaba una “cultura unitaria” en la que todas las manifestaciones de la naturaleza vibraran al ritmo del pensamiento. Porque, según Artaud, es un ignorante el que pretende que hay varias culturas en México:
Cuando vine a México y hablé de su antigua cultura, se me respondió más o menos por todas partes: "¡Pero si ha habido cien culturas en México!" -prueba de que los mexicanos de hoy han olvidado hasta la significación de la palabra cultura y confunden una cultura uniforme con una multiplicidad de formas de civilización. Por distintas que fuesen las civilizaciones del antiguo México, éste no tenía en realidad más que una cultura; es decir, una idea única del hombre, de la naturaleza, de la muerte y de la vida[5].

Así, pues, podemos pensar en algunos conceptos clave para llegar a entender a qué vino Artaud a nuestro país; muerte, raza, vida, sangre, naturaleza. Estas palabras tienen una connotación especial, violenta. ¿Artaud vino, entonces, a llevarse la fuerza de esas palabras, el secreto de la raza, de la sangre, del sacrificio?; aseguró que los antiguos mexicanos no conocían otra actitud que ese ir y venir de la muerte a la vida.
Toda verdadera cultura se apoya en la raza y en la sangre. La sangre india de México guarda un antiguo secreto de raza, y antes de que la raza se pierda, pienso que hay que reclamarle la fuerza de ese antiguo secreto[…]. Vine a la tierra de México a buscar las bases de una cultura mágica que puede surgir todavía de las fuerzas del suelo indio. [6]

Hasta aquí, parece ser que Artaud quería estudiar la raza Tarahumara, pero en realidad se adentró en sus signos y se sometió a ella, al inicio de la vida, a la violencia de la naturaleza. En 1935, después de la publicación de su texto “México eterno”, se adentró en la Sierra Madre con los Tarahumaras, donde conoció, en carne viva, las ceremonias que celebraba esta población indígena, y que escribió y publicó, dos años después, con el título “Viaje al país de los Tarahumaras”:
“He visto repetirse veinte veces la misma roca proyectando en el suelo dos sombras; he visto la misma cabeza de animal devorando su propia figura. Y la roca tenía la forma de un pecho de mujer con dos senos perfectamente dibujados; he visto el mismo enorme signo fálico con tres piedras en la punta y cuatro agujeros sobre su cara externa y vi pasar, desde el principio, poco a poco, todas esas formas, a la realidad”.[7]

Este fragmento es el “primer viaje” de Artaud, iniciado por un mara'akame o chamán, que está en contacto con Tatewari (Nuestro Abuelo Fuego), que es quien guía el viaje. Tatewari o Tutuguri (la ceremonia del sol negro), conocido también como Jícuri, el dios peyote, es la deidad huichola de mayor antigüedad. Artaud, además de “Viaje al país de los Tarahumaras” escribió un poema a esta ceremonia “del sol negro”, que publicaría después de su muerte.

Artaud buscaba, entonces, una cultura unitaria, capaz de sobrevivir a pesar de la “multiculturalidad” de la que ya se hablaba entre mexicanos. No quería llevar enseñanzas a Europa, pues sentía, como ya lo aclaré en párrafos anteriores, una gran aversión por el continente, por el contrario, quería comprobar que en el principio de la vida radicaba en el sol, en el principio mismo de la muerte. Quiso acabar con el juicio de dios:

[…]Y si dios es un ser,
Es la mierda.
Si no lo es
No existe.[8]

Tenía una obsesión tan grande por los Tarahumaras, que adoptó su posición en cuanto al cristianismo, pues estos tienen ideas religiosas y ritos muy limitados y, si asisten a la iglesia, lo hacen sin comprender esta religión. Artaud, si bien la comprendía, siempre la rechazó, de la misma manera que al mismo continente:

[…] Reniego de la misa y del bautismo.
en la dimensión erótica interna
no hay acto humano más nocivo que el descenso
del presunto Jesucrito
a los altares[…].
[…] el denominado Cristo es
quien ante la-ladilla-dios
consintió en vivir sin cuerpo
mientras una manada de hombres,
bajando de la cruz
en la que dios creía mantenerlos clavados
se sublevó
y ahora esos mismos hombres
bien provistos de hierro,
sangre,
fuego y esqueletos
se adelantan, denostando al Invisible
para acabar al fin con el JUICIO DE DIOS. [9]

Artaud llegó a México para terminar con el juicio de dios; a comprobarse que el único dios que existía para él, era el Jícuri.

Notas
[1] Texto publicado en el periódico “El Nacional” el 13 de julio de 1936.
[2] Texto publicado en El Nacional el 28 de mayo de 1936.
[3] Artaud, A. México eterno, p 103, en Anatomía del mexicano, antología de Roger Bartra, Ed. Debolsillo, 1ra. Reimp. 2006, México.
[4] Publicado en 1948.
[5] Tomado del texto “Bases universales de la cultura”.
[6] Ibíd.
[7] Tomado del texto “Viaje al país de los Tarahumaras”, publicado en 1937.
[8] Artaud, Antonin. Para terminar con el juicio de dios, p. 12, versión electrónica. Primera Edición, 1948.
[9] Ibíd, p. 13.